¿Cómo se desarrolla una mediación familiar internacional?
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En su primera toma de contacto con un servicio de mediación o con un mediador independiente, usted recibirá toda la información sobre el desarrollo de una mediación, sus normas y sus principios. Esta información en general es dada individualmente a cada participante, pero en algunos casos, puede darse a ambos simultáneamente. Si las personas no pueden encontrarse, la sesión informativa puede ser por teléfono. Los mediadores evalúan con cada participante si una mediación conviene a la situación dada.
Una mediación familiar internacional puede desarrollarse en uno o varios países, según si las personas en conflicto viven en un mismo lugar o si uno de ellos se ha mudado al extranjero.
Una vez que los dos progenitores hayan decidido iniciar una mediación, ésta se desarrolla en varias sesiones a las que son invitados los progenitores en presencia del mediador. Según las prácticas de mediación, estas sesiones pueden durar entre una hora y media y tres horas. El número de sesiones varía según las situaciones.
En los casos de traslado o retención ilícita de niños, en los que los plazos judiciales juegan un rol importante y las tensiones son particularmente fuertes, la mediación puede desarrollarse en jornadas enteras con pausas. Estas mediaciones son organizadas en función de las posibilidades del padre que tiene que desplazarse (calendario, alojamiento, trayectos y finanzas).
En un dispositivo clásico de mediación, ambos participantes se encuentran juntos en una sala con uno o dos mediadores y, en caso de necesitarlo, traductores e intérpretes culturales. En algunas circunstancias, la mediación puede llevarse a cabo a distancia (a través de Internet).
Una vez llegado a un acuerdo, generalmente es suficiente un solo encuentro cara a cara para finalizarlo.
En ciertos casos, la mediación se lleva a cabo en forma de “ir y venir”, es decir que los participantes ven al mediador por turnos. Es el caso, por ejemplo, cuando uno de los progenitores tiene miedo del otro o se siente muy dominado para llegar - al menos en un primer tiempo - a hablar libremente delante de él o ella, o cuando viven en diferentes países y no tienen acceso a las nuevas tecnologías de comunicación.
Esta manera de proceder es igualmente eficaz cuando los conflictos son muy intensos y suscitan reacciones fuertes. El mediador se entrevista individualmente con cada progenitor, luego transmite las preguntas, las respuestas y las propuestas al otro.
Muchas estructuras de mediación trabajan con dos mediadores para los conflictos familiares internacionales. Ambos generalmente están presentes y son elegidos en función del idioma que hablan los progenitores y del lugar donde viven. Así, por ejemplo, cuando los dos progenitores no residen en el mismo país, es posible recurrir a los servicios de dos mediadores, uno en cada país. Estos siempre trabajan en binomio y no representan a uno u otro de los participantes.
Los mediadores no toman partido. No juzgan ni el contenido de las discusiones ni las opiniones expresadas. No dan su opinión. Ayudan a cada participante a respetar al otro y su cultura.
Escuchan atentamente lo que se dice. Repiten y reformulan los argumentos sostenidos por cada participante con la finalidad de asegurarse de que no haya malentendidos y que cada participante comprenda el punto de vista del otro.
Los mediadores observan las diferentes reacciones y hacen preguntas que ayudan a los participantes a avanzar de manera constructiva, para encontrar soluciones que convengan a todos y que reflejen las necesidades de los distintos miembros de la familia, en particular las de los niños y las niñas.
Al final de la mediación, también son ellos quienes resumen las propuestas reflejadas en el acuerdo establecido entre las partes, asegurándose de que son comprendidas por todos. A este acuerdo se le llama acuerdo de mediación. Según el país, el acuerdo que resulta de una mediación puede llamarse también: protocolo de acuerdo, contrato de entendimiento, memorándum de entendimiento, proyecto de acuerdo o proyecto de entendimiento.
Los mediadores son independientes y están obligados a mantener una estricta confidencialidad Nunca divulgan la información proporcionada durante la mediación a terceras personas.
Un conflicto conyugal afecta a los niños, pero en ocasiones también a la familia extensa y a los amigos. Por ello puede que los progenitores quieran incluir en la mediación, a personas cercanas a la familia.
Si los niños están en edad de hablar en su propio nombre y si su participación no implica el riesgo de tener un efecto negativo en ellos, los mediadores podrán, bajo ciertas condiciones y si los padres están de acuerdo, involucrarlos en la mediación.
Es importante destacar que la participación de los niños y las niñas en la mediación es una particularidad de la mediación. Se ha desarrollado principalmente para permitir a los progenitores comprender mejor lo que sus hijos e hijas viven durante la separación y cuáles son sus necesidades; para dar la palabra a los niños y niñas en un asunto que concierne a su vida cotidiana y su futuro; y para respetar el derecho internacionalmente reconocido a los niños y las niñas de ser escuchados en los procedimientos jurídicos y administrativos que los conciernen.
La participación de los niños y de las niñas en una mediación tendrá lugar únicamente con el acuerdo formal de los mediadores, de ambos progenitores y de los mismos niños y niñas. Así también, los niños y niñas tienen que tener la capacidad y la madurez de expresarse ellos mismos.
El mediador debe asegurarse de que los niños y niñas comprendan que lo que se les pide es simplemente expresar sus opiniones y sus sentimientos. No se trata de tomar partido por uno de los progenitores, ni tampoco se trata de tomar decisiones. Este trámite es realizado bajo la atenta supervisión de una persona capacitada para la participación de niños y niñas en la mediación.
En general, el mediador se encuentra con los menores, sin la presencia de sus padres. En ciertos países, este encuentro lo dirige un psicólogo especializado en infancia. El mediador, o el psicólogo, informará a los padres sobre los aspectos fundamentales del encuentro, prestando atención a que estos no se sientan criticados o rechazados por los hijos o hijas.
La participación directa de adolescentes en la mediación es a veces posible y útil. Los mediadores familiares, al utilizar un enfoque sistémico, también pueden proponer que niños y niñas más pequeños sean escuchados en presencia de sus progenitores durante la mediación. En este caso, el mediador o la mediadora ayuda a los niños y a las niñas a expresar sus necesidades frente a sus progenitores. En ningún caso se les pide tomar decisiones, y si prefieren guardar en secreto una parte de su conversación con el mediador o el especialista de la infancia, su deseo es respetado siempre que la confidencialidad no comprometa la seguridad del niño o la niña o de otra persona.
Sabemos hoy en día que, si se gestiona bien, esta participación es beneficiosa para los niños y las niñas, lo que permite a los padres comprender mejor las experiencias vividas por sus hijos e hijas. Esta toma de conciencia les ayuda en la gestión del propio conflicto y disminuye el impacto que este puede tener sobre ellos.
Según el país donde viva la familia, la participación de los niños y de las niñas en una mediación es más o menos delicada. En muchas culturas, es difícil imaginar que un niño o una niña pueda dar su opinión en referencia a un asunto que concierne, en primer lugar, a los adultos. Además, los profesionales no se sienten, a menudo, adecuadamente formados para saber recogerla palabra de los niños y niñas. Por todas estas razones, la participación de los niños y niñas en una mediación aún es poco común.
La implicación del círculo de las personas cercanas (tíos, tías, abuelos, padrinos, madrinas, niñeras, educadores, padrinos de la boda o cualquier otra persona que podría jugar un rol importante en la vida familiar) también requiere el acuerdo de todos los participantes. Esto se discute, en primer lugar, con el mediador, quien evalúa su pertinencia.
Aunque estos actores no pueden tomar decisiones sobre los problemas planteados durante la mediación, su presencia resulta ser importante, o incluso esencial. Las formas de participación de los actores externos al conflicto varían dependiendo del entorno cultural en el que la mediación tiene lugar y el código de conducta observado por el mediador.
En ocasiones en la mediación pueden participar otras personas por su papel de apoyo a la familia o porque tienen una función de liderazgo en la comunidad. Podemos distinguir tres grupos de personas: los profesionales que trabajan con las familias, como los abogados, los trabajadores sociales o los psicoterapeutas (pero los abogados no participarán activamente en las discusiones); las personas que acompañan a las familias en el marco de tradiciones o prácticas espirituales (sacerdotes, rabinos, pastores, imanes, capellanes, etc.); o, incluso, las personas que tienen un papel importante en el seno de la comunidad a la que pertenecen estas personas. Su participación será discutida en primer lugar con los mediadores, y también tendrían que cumplir con una estricta confidencialidad.
Aquí, encontrará más información sobre la preparación para la mediación y los problemas abordados en la mediación.